miércoles, mayo 28, 2008

La oscuridad *

La oscuridad, John McGahern, Adriana Hidalgo, 2008.

En el campo de la literatura irlandesa, donde buena parte del lenguaje literario del siglo XX se ha reformulado espontáneamente, La oscuridad puede considerarse una novela inusual. Ya al comienzo la cuestión de la novela, la educación sentimental de un joven sometido a la voluntad de un padre tiránico, el pasaje a la adultez y el consiguiente enfrentamiento con la autoridad paterna, se pone en relieve con una escena que no puede dejar de impactar al lector: el joven protagonista, tras decir una mala palabra, es conducido a la habitación por Mahoney -un padre rural arquetípico que ha debido criar a sus hijos solo y que no pierde ocasión de humillarlos-. Allí, frente a sus hermanas, es desnudado y sometido a un simulacro de castigo. Los azotes no se concretan, pero la escenografía punitiva se monta en su totalidad, y la humillación y la demostración de poder surten un efecto devastador sobre el protagonista. La tensión entre el padre y el hijo, los vaivenes de la relación amor-odio que domina el ánimo de "el hijo", se transforman en el centro del relato. La relación filial cobra un sesgo dramático cuando el joven personaje debe elegir su vocación y, simultáneamente, se enfrenta al descubrimiento de su sexualidad. Constantemente, primero cuando piensa en una carrera religiosa y luego en una universitaria, choca con los prejuicios de Mahoney, que entre la culpa y el rencor intenta contagiarle a su hijo pródigo las miserias de su propio destino. Quizás la fluidez del relato, su tono y el paso constante de la tercera a la segunda persona, se fundamente en esta oscilación interna que McGahern calibra a la manera de un escritor decimonónico.

Como Retrato de un artista adolescente o Las tribulaciones del estudiante Torlêss, pero lejos del genio verbal de James Joyce y sin la profundiad de Robert Musil, La oscuridad es una novela de iniciación conmovedora, un relato modernista en el que por momentos todo aparece retaceado en favor de la transparencia narrativa: recursos, punto vista, tratamiento de personajes. Pese a eso -o quizás por eso-, y a pesar de ciertos maniqueimos -sobre todo en la construcción reiterativa del padre ogro-, se presenta como una novela autosuficiente, que enhebra una poética sobria con una narración fluida, y define como pocos libros, el universo contradictorio de un muchacho que por la fuerza comienza a ejercitarse en los oficios de la madurez. El universo rural de la novela, la pobreza de la familia protagonista, son una puerta de entrada a la Irlanda profunda de principios del siglo pasado. Extrañamente, John McGahern -autor de otras cuatros novelas y de cuatro libros de cuentos- ha alcanzado la hazaña poco común de ambientar una novela a principios del Siglo XX, y escribirla como si fuera contemporáneo a lo narrado. Nada indica en el texto que haya sido escrito después de mil novescientos treinta -justamente la década en la que el autor nacía-. Sin embargo La oscuridad fue publicada en inglés en mil novescientos sesenta y el autor vivió hasta el 2005. La suya quizás sea una valiente, solitaria y anacrónica tentativa: explorar el mundo rural y rastrear las raíces de la idiosincrasia irlandesa con un clasisimo deliberado, paradójicamente novedoso para un lector sudamericano del Siglo XXI.

* Nota publicada en Inrockuptibles mayo